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La cultura de la dopamina: ¿podemos vivir sin redes sociales?

Somos rehenes de una necesidad de satisfacción instantánea y brevísima que nos obliga, como otras adicciones, a alimentarla todo el tiempo sin parar. Poner en acción a la dopamina con mecanismos de distracción audiovisual o textual es parte de la cultura en la que estamos inmersos.

Las redes sociales coparon el mundo en base a estos principios y se lo devoraron todo. El arte, el entretenimiento y las distracciones. Estamos tan inmersos que nos damos cuenta de la adicción pero no dejamos de hacerlo. Así la infelicidad crece, los trastornos de ansiedad y depresión también.

De esto habla el artículo “The State of the Culture, 2024” de Ted Gioia, un escritor y músico que tiene una publicación sobre cultura y jazz muy interesante.

El siguiente gráfico lo explica bastante bien el concepto:

Estamos en una era de consumo snack adictivo y nocivo. Y que nadie haga nada al respecto es preocupante y parte del orden de las cosas.

A esta altura hay muchos estudios e investigaciones con evidencia sobre el tema pero así y todo no podemos salir.

Encontrarán mil y un consejos sobre cómo limitar las horas de conexión con las redes sociales, técnicas de desintoxicación, aplicaciones para limitar el tiempo, entre otras. Lo cierto es que renunciar a todas nuestras cuentas sociales o limitarlas a lo mínimo (¿es posible hacerlo?) sería lo más lógico si queremos cuidar nuestra salud mental. Aun no conozco a nadie que haya podido hacerlo.


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