Una lectura posible a un fenómeno actual. Voy a dar un ejemplo de lo que pasa hoy mismo en EEUU porque me queda a mano. Pero pensalo en lo que pasa en tu país, en Argentina por ejemplo.
Kamala Harris, flamante candidata a presidente de Estados Unidos, comenzó su campaña hace algunas semanas luego de que el actual presidente Biden se baje. Desde ese momento hasta ahora Kamala no dio ninguna entrevista a medios masivos ni conferencias de prensa. Está en un subidón en las encuestas y sus asesores supongo que le dirán que mejor no arriesgar.
Mientras tanto, el actual presidente en ejercicio de despedida, invitó a un centenar de influencers o “creadores” a la Casa Blanca porque son “la nueva fuente de información de noticias”, “ustedes son las nuevas posibilidades. Ustedes son el nuevo avance en la forma en que nos comunicamos”, les dijo. Y probablemente tenga razón.
Todo esto ocurre en un contexto de fragmentación de las audiencias en múltiples medios, canales, streaming y ese largo etcétera, que les permite a los políticos esquivar al periodismo que quiere preguntar y conocer sus respuestas sobre los temas que ellos prefieren evitar.
Es una encrucijada para los cuestionados medios ‘legacy’:
- Tienen competencia con mucha audiencia por parte de creadores y canales fuera de las vías tradicionales.
- A los políticos les queda cómodo ir a esos espacios a escuchar interlocutores que le dicen lo acertados que están en sus ideas.
- El público prefiere escuchar y ver los contenidos que confirmen sus ideas.
Ese parece ser un escenario posible. Y lamentable.
Ya sé, el periodismo, con todo el significado que esto supone, puede derribar esta situación e imponerse con su oficio. Para eso, hay que exigir y valorizar la profesión periodística.
¿Adiviná quién busca desprestigiar a los periodistas todo el tiempo?